Han pasado seis años desde la catastrófica inundación de La Madrid que se tragó todo el pueblo del sureste tucumano. El 8 de abril de 2017 el agua llegó hasta los techos de las casas y dejó a 8.000 pobladores devastados, sin nada. “Hemos estado al costado de la ruta. Ni le cuento lo que sufríamos. Es una situación indescriptible, muy triste. El ser humano no puede soportarlo”, dice la vecina María del Pilar Correa. Seis años después, con la advertencia de que se vienen lluvias frecuentes e intensas a partir de septiembre, los funcionarios les dicen que no van a tener el “escudo protector” entre La Madrid y el río Marapa porque la empresa que había ganado la licitación estuvo en conflicto con la Provincia y la plata que había sido dispuesta por la Nación fue destinada a otra cosa. “A la obra de La Madrid no la van a tener a fin de año”, dijo Sisto Terán Nougués, funcionario nacional de la Unidad Ejecutora Norte Grande. Además, les dijo que aunque se hiciera esa obra, será solo un paliativo, y que la “solución total” llegaría a partir de julio del 24, cuando se podría estar licitando las obras que ya fueron preseleccionadas para ser financiadas por el BID. El funcionario proyecta hacer una defensa natural a través de bañados en la cuenca del río San Francisco, como los que había hasta los años 80.
Terán Nougués trajo a escena nuevamente el “caso La Madrid” hace dos meses, en una reunión informativa en la Legislatura, donde contó que había 50 millones de dólares del Banco Mundial que se podían usar para este proyecto de defensa natural. Dijo que haría falta un plan hídrico y una ley para expropiar terrenos para los bañados.
Canales sin control
Entonces se recordó las causas por las que La Madrid se inunda: el cambio de uso del suelo por la agricultura que desmontó para cultivos en la montaña y en la llanura y la gran sedimentación que hace desbordarse caóticamente a los ríos. Entre estas causas, se ha mencionado como al pasar que los agricultores han hecho canales en sus tierras, ubicadas en medio de los bañados, para desviar el agua del río San Francisco que antes se distribuía normalmente en esos humedales bajando suavemente hasta la ruta 157.
Este río que hace 30 años pasaba por una pequeña alcantarilla sobre la ruta 334 se convirtió un cauce con un torrente salvaje y con una abertura de 250 metros donde estaba la alcantarilla. La ruta 334 desapareció. Sobre todo se habló de una estructura de 11 km llamada “canal Sánchez”, que nace en el sector de la alcantarilla y desvió hacia el norte el cauce del San Francisco hasta hacerlo desembocar en el río Marapa, 9 km al oeste de La Madrid. Dice el ingeniero Franklin Adler en su blog “Problemas del agua” que ese 2 de abril de 2017 una crecida sustancial del San Francisco llenó de sedimentos el punto de encuentro del canal Sánchez y el río Marapa. Seis días después hubo una lluvia extraordinaria, el dique de Escaba recibió tanta agua que fue necesario abrir las compuertas, fallaron los sistemas de alerta, el torrente se descargó por el Marapa que en el sector del “canal Sánchez” estaba lleno de sedimentos y se desbordó salvajemente. Y nadie en La Madrid sabía que se les venía el agua encima.
A seis años de la emergencia y tras un largo período de sequía, ¿cómo están hoy? El Marapa está colmatado, según dijo el delegado comunal, Héctor Soria. “Antes teníamos barrancas de 15 metros. Ahora si son de cinco o seis metros es mucho. El río quedó sin barranca en donde está el canal Sánchez”.
Al cabo de intensos estudios y diagnósticos, apenas se hicieron unas unas cuantas cosas de menor cuantía: un sistema de alerta temprana de crecida de ríos que se desactivó cuando asumió el nuevo gobierno de Catamarca; se empezó a hacer defensas en el Marapa –“licitadas con aportes de la Nación y que la provincia tenía que contratar. Las han empezado y paralizado”, según el legislador opositor José Ricardo Ascárate- y un estudio hídrico de la cuenca del Marapa y el San Francisco.
El ingeniero hidráulico Claudio Bravo detalló que se deforestaron en 30 años 10.000 hectáreas de bosque nativo en esa cuenca, que abarca desde la zona baja de La Madrid, cercana al embalse Frontal hasta la zonamontañosa cercana a Catamarca.
También se ha encargado un estudio a una consultora colombiana que hizo diagnóstico de la cuenca en 2019. Hay un proyecto piloto para buscar modos de combinar producción con cuidado ambiental con unos cuantos agricultores. Son 142, están registrados, son los que hicieron los canales en sus tierras y serían quienes van a ser indemnizados si se les expropian terrenos en caso de expropiárselos para los bañados. Además habría que tratar de cambiar modos de producción en la zona alta, para morigerar el impacto del desmonte en estos 30 años. Todas tareas de largo plazo que quizá atenúen el problema en el futuro próximo, si se logra el proyecto de Terán Nougués.
Pero, ¿en lo inmediato? Adler dijo en 2017 que había que anular el “Canal Sánchez” para que las aguas del San Francisco dejen de derivarse al Marapa (y a La Madrid). Nada se hizo. En la reunión de hace dos meses, Sebastián Malizia, de Proyungas, dijo que probablemente los canales que hicieron los productores fueron autorizados por el Estado. Ni ellos ni el Estado tuvieron “una visión holística del sistema”, dijo. Consultado sobre el canal en su propiedad, el diputado y ex candidato a gobernador Roberto Sánchez dijo que era un canal chico de riego y desagüe, diseñado por el ingeniero Juan Eduardo Taboada en el 95 (ex director de Irrigación), y que a causa del desmonte se amplió por la correntada del San Francisco. Nadie le planteó a Sánchez si se debería desarmar el canal, que es lo que piden los vecinos de La Madrid. Taboada negó responsabilidad. Le dijo a LA GACETA que “siempre el problema del Marapa ha sido el dique Escaba”.
Sin culpables señalados
O sea: a seis años de la emergencia, pese a que el ingeniero Eduardo Martel, que estuvo en la coordinación de la comisión legislativa de emergencia de La Madrid, dice que tanto abajo como arriba “hay responsabilidad del Estado. Cuando se hizo la clasificación del suelo el Estado no protegió los bañados”, todavía no hay verdaderamente, responsabilidades claras. El único que en su momento (2018) cargó contra los agricultores y el Estado que han desmontado y alterado el entorno natural sin control fue el ex obispo de concepción José María Rossi: “Si uno va al cerro y tala el bosque es responsable de lo que pase después, sea que le hayan dado autorización oficial o sea que no se la hayan dado”. Tras la emergencia, ahí están las obras y respuestas insuficientes, como si fueran hechas por el aprendiz de brujo de la película “Fantasía”. Al final están los vecinos de La Madrid, abriendo los paraguas y así se inquieta María del Pilar Correa: “si viene la inundación todos los proyectos se nos hacen añicos”.